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AMANECERES INCREÍBLES EN SAN CARLOS, SONORA

Salimos desde Guadalajara. Después de algunas terminales de autobús, aviones y carreteras nos encontramos en la tierra de los yaquis empezando nuestra aventura. En el camino descubrimos un cementerio de barcos, un estero protegido que cruzamos en kayak y una granja de perlas. Descansando en la orilla del mar, mirando hacia el fondo, un particular cerro captó nuestra atención. “Es el Tetakahui”, nos dijo Maribel, una amiga local que nos había llevado al estero. “Uno de los mejores puntos para ver el mar y el desierto mezclarse”. Una mirada de complicidad nos hizo saber que habíamos encontrado la pista que necesitábamos.

Terminamos el día con la convicción de que había que despertar temprano si queríamos estar en el lugar correcto cuando saliera el sol. Sonó la alarma a las cuatro de la mañana y ahuyentamos de un manotazo el deseo de seguir en la cama, manejamos unos minutos y nos orillamos en la carretera. Apreciamos un sendero que se perdía rumbo al cerro cuyas proporciones eran difíciles de adivinar desde ese punto. Caminamos cerca de una hora en un terreno sencillo, pero que nos robaba el aliento. Ir en la penumbra exigía hacer un esfuerzo mientras clareaba el día; no podíamos imaginar lo que nos esperaba en la cumbre. Durante los últimos metros el terreno se pone más vertical y requiere el uso de manos para escalar pequeños pasos entre rocas.

Justo al salir de un arco de piedra nos recibió el Mar de Cortés, inmenso con ese azul tan intenso. Al recorrerlo con la vista hacia nuestra izquierda pudimos ver cómo, poco a poco, salía el sol. El horizonte era conquistado por el desierto: bahías y peñascos, arena dorada y roca caliza tomaban control del panorama. En el centro, el sol comenzaba a salir; la luz mágica que hacía falta para convertir ese paisaje en un recuerdo inolvidable y, al menos para nosotros, ese instante vivimos el amanecer más bello del mundo.

Imprescindibles cerca de San Carlos, Sonora

Probar las delicias que vienen del mar, su frescura te seducirá.
Ir a la cercana Isla Pedro Nolasco, santuario de lobos marinos, mamíferos encantadores.
Practicar deportes como esnórquel en Los Algodones; sus peces de colores embelesan.
Bucear en Piedras Pintas.
Recorrer el centro de Guaymas.

Fuente: https://www.mexicodesconocido.com.mx/amaneceres-increibles-en-san-carlos-sonora.html

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