Espiritualidad

REFLEXIONES SOBRE LA EDUCACIÓN SEXUAL Y LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

Por Mons. Martín Dávila Gándara

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, avaló que el Estado de acceso a menores de edad a métodos anticonceptivos y orientación sexual y reproductiva.

Esta decisión de la Segunda Sala, emitida el pasado nueve de noviembre del presente año, aprobó de manera unánime el proyecto del Ministro Alberto Pérez Dayan, que declara constitucionales ocho artículos de la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes publicada en diciembre del 2014.

No prosperó el amparo promovido por una madre de familia de Aguascalientes que impugnó los artículos que “implícitamente discriminan a los padres de su función, respecto de la guía y enseñanza a sus hijos conforme a sus convicciones morales y religiosas, y explícitamente discriminan al niño o adolescente varón por su simple sexo, promoviendo el empoderamiento de las niñas y adolescentes mujeres”.

Lamentablemente con este resultado de la Corte, sobre la ley promovida por Peña Nieto, se esta alentando la promiscuidad, la anarquía moral y las relaciones no apropiadas para la niñez.

Hacia dónde nos llevan las leyes de los dos últimos presidentes de México: primero sobre los nuevos (pseudos) derechos humanos de Calderón en 2011, y ahora sobre la educación sexual de los menores, la ideología de género y la propuesta del matrimonio igualitario de Peña Nieto. Nos llevan sin duda a la destrucción y aniquilación de la familia, la religión y del hombre mismo.

Analicemos y reflexionemos sobre el fallo de la Suprema Corte que dice lo siguiente:

La explicación y resolución de la Suprema Corte de que los preceptos de esta ley no son contrarios al interés superior del menor y al derecho de los padres de educar a sus hijos por el hecho de hacer referencia a la “preferencia sexual” de los menores.

Esta explicación es una falacia porque, cuál es el interés superior del menor. No sólo es el pseudo derecho a la “preferencia sexual”, sino a los verdaderos derechos como son: La custodia, la formación cultural, ética, moral y religiosa. Y en el especial, el derecho a la salud mental, que está garantizado en el artículo 4o. de la constitución.

Porque si la “preferencia sexual” es un pseudo derecho que conlleva todos los modos posibles de ejercer la genitalidad, según la preferencia subjetiva de cada quien, y estas según el APA son 23, hasta el año 2000 destacando: Homosexualidad, Bisexualidad, Transgénerismo, Transexualismo, Pedofilia, Travestismo, Fetichismo,Vouyerismo, Exhibicionismo, Sadismo sexual, Masoquismo… Entonces, la enseñanza de todas estas venenosas perversiones si son contrarias a un verdadero interés del menor, cual es la“salud mental”. (en la actualidad ya se han contabilizado 63 perversiones sexuales)

Con respecto a las siguientes explicaciones de la Corte donde dicen:

“Esos artículos no se encuentran enderezados a establecer, desarrollar o regular cuestiones atinentes a la sexualidad de los menores de edad, ni mucho menos atentan contra la creación de un entorno seguro y propicio de los niños, (sea ha demostrado arriba que sí son un ataque contra la salud mental del menor) sino que simplemente se limitan a reconocer y proteger el derecho humano de igualdad ante la ley en los términos que establece la Constitución Federal, esto es, con base en las categorías específicas de personas contra las que se prohíbe discriminar, conforme lo establece tal norma fundamental”.

Con esta explicación la Corte nos está diciendo que el criterio de “no discriminación” favorece a esos “grupos minoritarios” y supuestas “víctimas” por practicar estilos de vida “alternativos”, o sea, a verdaderos agentes de degradación dentro de la sociedad como son: drogadictos, travestis, homosexuales, prostitutas, lesbianas, etc., a quienes convierte en una clase privilegiada. Pero no en razón de sus méritos, derechos, cualidades o roles en la sociedad, sino por causa de sus desviaciones morales. Pero sí se atreve a discriminar al buen ciudadano común y los padres en su derecho a educar a sus hijos en la sexualidad.

En este fallo se ve claramente como impera el poder y la dictadura de la ideología de género, misma que tiene como objetivo lograr una reingeniería social mediante la deconstrucción (o sea desasiendo los elementos que constituyen la estructura de los conceptosclaros y universales) marxista de la cultura y la destrucción de la familia.

Esta ideología, se sirve del poder coercitivo (represivo, o inhibitorio) de los gobiernos para imponer una ética subversiva contraria al interés de los ciudadanos. Siendo patrocinada por el poder político de los organismos internacionales y por los intereses financieros de la élite antinatalista ambientalista global.

La ideología de genero es una corriente de pensamiento compuesta, o sea es una amalgama de filosofías y de intereses de poder.

Es un rompecabezas que se integra por tendencias tan dispares como el iluminismo, el post modernismo, el psicologismo freudiano, el evolucionismo de Tylor, Morgan y Darwin (con todas las derivaciones de esa teoría: el progreso indefinido, el naturalismo anticreacionista, la selección natural…).

Así como, el existencialismo de Sartre, los exponentes de la Escuela de Frankfurt (Habermas, From, Heilderberg), pero sobre todo Jacques Derrida –padre del deconstruccionismo-, Antonio Gramsci –padre del marxismo cultural- y Friedrich Nietzche –padre del nihilismo-.

La ideología de género es pujante pues está impulsada por los grandes organismos supranacionales, el Banco Mundial, la ONU con todas sus agencias especializadas, el Fondo Monetario Internacional, la OMS; por organizaciones mundialistas poderosas como el Club Bilderberg, la Comisión Trilateral, el Council on Foreign Relations, el Club de Roma, Skull and Bones, el Grupo de los 300, Green Peace.

También, está patrocinada por el poderoso lobby de control poblacional antinatalista y ecologista, y por financieros prominentes como George Soros (Open Society Foundations), Rockefeller (Rockefeller Foundation), Jay Coleman (Deutsche Bank), Ted Turner (Turner Foundation), Jeffrey Siminoff (Morgan Stanley), Bill Gates (Gates Foundation), entre otros, además de un sinfín de importantes transnacionales.

La implantación de la ideología de género no es el fin, sino el medio para facilitar el objetivo último que es operar una “reingeniería social” que pueda dar paso al “nuevo orden mundial”, un orden centralizado, socialista y ateo.

Esta ideología implanta una “nueva ética” misma que debe ser universal, relativista, inmanente (que se opone a lo trascendente) y neo-pagana. Para ello es necesario lograr una sociedad homogeneizada y desarraigada de credos, principios y valores. Eso se alcanza diluyendo las conciencias y estandarizándolas bajo un pensamiento único materialista.

Como el esquema de la ideología de género es netamente marxista, no hay un sólo defensor o defensora de la doctrina de “género” que no pase por “pacifista”, por “víctima” o por “defensor/a” de quienes son víctimas de ataques y discriminaciones por parte de la sociedad. La agenda de la lucha no parece violenta, pero en los hechos violenta las conciencias al imponer el interés de una minoría, lo cual es mucho peor. (Esto es lo precisamente, lo que hizo Suprema Corte con fallo mencionado arriba).

El sentido originario de la palabra “discriminar” (distinguir, separar) fue sustituido por uno peyorativo, el de dar trato de inferioridad a ciertos miembros de la sociedad por motivos raciales, religiosos, políticos, sexuales, etc.

Por ello, el criterio de “no discriminación” dejó de ser objetivo. La existencia de cualquier jerarquía es considerada como arbitraria y albergando el intento de disminuir a otros. Con ello renace la idea socialista según la cual toda diferencia hace sufrir al inferior (aunque éste sea tratado dignamente). Para evitar tal sufrimiento, habría que suprimir toda desigualdad y homogeneizar a la sociedad.

Así manipulada, la “discriminación” es la distinción o diferencia de trato ilegítima: ilegítima por arbitraria, y prohibida por ilegítima. El concepto marxista clásico de “explotado” es sustituido por el de “excluido”, suponiendo que existen rivalidades sociales por motivo sexual.

Entre las “víctimas” de la discriminación están quienes son excluidos por practicar estilos de vida “alternativos”: drogadictos, travestis, homosexuales, prostitutas, lesbianas, etc., a quienes entonces se procura promover para que no sean “discriminados”.

El criterio de “no discriminación“, que favorece a esos “grupos minoritarios” para compensar la desventaja de ser “víctimas”, los convierte en una clase privilegiada. Pero no en razón de sus méritos, derechos, cualidades o roles en la sociedad, sino por causa de sus desviaciones morales.

De esta forma, la “no discriminación” los acaba transformando, bajo el nuevo principio de “tolerancia“, en agentes de degradación dentro de la sociedad. No por ellos, sino por la corriente ideológica radical que los manipula.

El principal campo de batalla está en la lingüística, intentando alterar el sentido de las palabras y sus connotaciones emocionales, hasta cambiar los valores, modificar el pensamiento y crear una nueva “cultura“.

De allí los términos, por ejemplo, de “interrupción del embarazo” (en vez de aborto), “salud sexual y reproductiva” (en vez de anticoncepción), “pareja” o “compañero/a” (en vez de concubina/o), píldora “de emergencia” (en vez de abortiva), “preferencia sexual” (en vez de desviación), “preembrión” (en vez de feto), “género” (en vez de sexo), y otros más.

El denominador común es que todos esos términos llevan a la confusión y al error a grandes masas de personas que dejan de llamar a las cosas por su nombre sin la más mínima capacidad crítica. El objetivo es deconstruir el lenguaje, para después poder deconstruir la familia, la educación, la cultura y la sociedad en su conjunto, facilitando la imposición del nuevo orden mundial anticristiano y ateo.

Lamentablemente, la mayoría de los comunicadores no son conscientes del ataque lingüístico e ideológico al que están sometidos, e irracionalmente repiten muchos de los conceptos de la ideología de género y de la nueva ética mundial, a pesar de que esos conceptos son adversos a la cultura e idiosincrasia de la mayoría de la población, y sin calibrar el daño que ocasionan.

La revolución cultural a que nos referimos encontró su equilibrio en la postmodernidad. La postmodernidad desestabiliza y deconstruye a la misma modernidad, la síntesis cultural que había prevalecido en Occidente desde los tratados de Westfalia (1648).

La postmodernidad exalta la soberanía arbitraria del individuo y su derecho a elegir lo que desee. La nueva ética mundial postmoderna y la ideología de género celebran las diferencias, la “pluralidad” de opciones, la multiplicidad y libertad cultural, la diversidad sexual con todo tipo de “orientaciones”.

Es la “liberación” del hombre de las condiciones de existencia establecidas por Dios, es la posición de rebeldía radical respecto a lo dado por el Creador. Es la adoración del hombre, quien ha venido a convertirse en el centro del universo.

El radicalismo postmoderno estipula que el individuo, para ejercer su derecho a elegir, debe liberarse de todo marco normativo, ya sea semántico (definiciones claras), ontológico (el orden del ser, lo dado), político (la soberanía nacional), moral (normas trascendentes), social (tabúes, lo que está prohibido), cultural (tradiciones) o religioso (dogma, tradición y doctrina de la Iglesia.

La postmodernidad reclama el derecho a ejercer la libertad personal contra las leyes de la naturaleza, contra las tradiciones y contra la revelación divina. Fundamenta el imperio de la nueva “ley” y la democracia sobre el derecho a elegir, en el que incluye, en nombre de la nueva ética, el derecho a tomar decisiones intrínsecamente malas:

Como el aborto, la homosexualidad, el “amor libre”, el suicidio asistido, el rechazo de cualquier forma de autoridad legítima o jerarquía, la “tolerancia” obligatoria de todas las opiniones, en general un espíritu de desobediencia que se manifiesta de múltiples maneras.

El derecho a elegir interpretado de este modo se ha convertido en la norma fundamental que rige la interpretación de todos los derechos humanos, y es la referencia principal de la nueva ética mundial. Suplanta y “trasciende” el concepto tradicional de universalidad. Se posiciona en un meta-nivel. Se impone y reclama para sí mismo una autoridad normativa mundial.

La deconstrucción del ser humano como hombre y mujer lleva a una sociedad asexual, a una sociedad neutra, sin masculinidad ni feminidad, que sin embargo coloca la libido en el centro de la ley. El proceso de deconstrucción preconiza una sociedad sin amor. (Esto es lo que avaló la Corte, al negarle el amparo a la madre de familia).

En la postmodernidad, el individuo se convierte en el creador “libre” de su propio destino y de un nuevo orden social. Puede elegir ser homosexual hoy y ser bisexual mañana. Los niños pueden elegir su propia opinión, independientemente de los valores que reciban de los padres (“derechos del niño”).

Al introducir el concepto de “género” en los organismos internacionales fue un paso importante en el proceso de deconstrucción, pues sutilmente fueron eclipsando el carácter biológico de los dos sexos, masculino y femenino, abriendo la puerta a la aceptación de la más variada actividad sexual desordenada: homosexual, lesbiana, bisexual, transexual, etc., etc. (Estos son pseudos nuevos derechos promovido por Calderon en 2011)

El proyecto de la UNESCO, por ejemplo, incluye la promoción de la homosexualidad entre los adolescentes y jóvenes, a través de la ideología de género, la libertad de “preferencia” sexual y el principio de “no discriminación”.

Los principios de la nueva ética están por encima de la tutoría de los padres de familia, sobre todo cuando se ha legislado a favor de las “preferencias” sexuales y la “no discriminación”, por lo cual en varios países se sanciona cada vez con más rigor a padres que educan a sus hijos en los principios morales clásicos, incluso limitando penalmente su ejercicio de tutela.

Para forzar la aplicación de los programas abortistas utilizan la coerción económica de los organismos internacionales, sobre todo contra los países en vías de desarrollo.

Nuestro país ha sido un ejemplo de ello, debido a que en mayo de 2016, el Fondo Monetario Internacional abrió para México una línea de crédito de 88 mil millones de dólares. Lo condición para el otorgamiento fue que el presidente Enrique Peña Nieto enviara a diversas dependencias del Ejecutivo federal un paquete de medidas que instituyen la ideología de género, y al Congreso de la Unión una iniciativa de ley para aprobar los “matrimonios” homosexuales.

Se ha tratado de imponer a todo el mundo un nuevo sistema de valores contra el cristianismo, de forma que éste se pueda erradicar por vía legal. Así es como se han abierto las puertas a un totalitarismo mucho más amenazante que ninguno anterior.

¿Se puede llamar tolerancia al uso de “todos los recursos coercitivos? Si algo caracteriza a la ideología de género es precisamente su intolerancia. Tratan de dinamitar la sociedad, pero la mayoría debe permanecer callada.

Un grave error fue, en México, el haber elevado a rango constitucional el pseudo derecho a la “preferencia sexual”. Con esto, los legisladores han quedado “a la moda” de los dictados que marcan intereses extranjeros particulares, dirigidos a minar la institución de la familia y del matrimonio.

Pero demostraron su ignorancia respecto a la moderna discusión que existe sobre el tema de la así dicha “preferencia” sexual, desde la óptica psicológica, genética, o de implicaciones legales o sociales.

En el aspecto genético, el debate científico actual es acerca de los derechos del embrión, considerando a éste como nuevo ser humano, independiente desde que el óvulo fecundado posee su código cromosómico completo, momento en que ya se pueden definir cerca de 1,500 características desde el color del pelo, los ojos, el carácter, y, desde luego, el sexo. Este último es una definición que es dada por nacimiento. No se “escoge” ser hombre, o ser mujer. Se nace uno u otro.

Peor aún cuando uno acude a cualquier enciclopedia para ver lo que son las “preferencias sexuales”. Allí aparece: heterosexualidad, homosexualidad, transexualidad, zoofilia, pederastia, onanismo, fetichismo, vouyerismo, sadismo, masoquismo. Cualquiera puede ahora presentar una controversia constitucional entre las leyes que prohíben la pederastia, por ejemplo, y el nuevo articulado que protege las “preferencias sexuales”.

Por otra parte, al hablar de “preferencia” homosexual y no de padecimiento o desviación psicológica se comete una injusticia con esas personas, pues se les oculta la posibilidad de acceder a una terapia para su curación.

Adicionalmente, se abre un peligro serio para los padres de familia, ya que no podrán impugnar ahora planes de educación o libros de texto, que muestran la homosexualidad como una posibilidad que sus hijos pueden elegir.

Esto está sucediendo ya en programas para niños de Kinder y primaria. Los padres ven limitado su derecho a educar a sus hijos según sus principios debido a que las “preferencias” ya son un “derecho constitucional”.

La aberración, por ejemplo, de equiparar matrimonio con homosexualidad es posible únicamente porque el deterioro de la razón de los legisladores les lleva a perder de vista que el derecho positivo existe para salvaguardar el derecho natural. De esta forma, si el legislador observaba que la persona humana requiere de comer, establecía que todos tenemos derecho a ser alimentados.

Igualmente, el legislador, a lo largo de miles de años y en todas las culturas, observando que el matrimonio es una institución natural que se construye mediante el amor complementario y fecundo entre un hombre y una mujer, y es lo que construye la sociedad, estableció que es necesario preservar esa institución natural dentro del derecho positivo. Tanto así que en el derecho de todos los pueblos quedó así establecido.

La palabra “matrimonium” es mucho anterior a Cristo y a la Iglesia, viene del derecho romano que estableció esa institución para que la mujer pudiera tener hijos dentro de la legalidad, por lo que incluso etimológicamente es un monumental contrasentido relacionar “matrimonio” con “homosexualidad”.

La palabra misma en latín, de matrem (madre) y de munus (calidad), implica los derechos propios de la mujer y de la madre dentro de la unión con un hombre, mientras que el “patrimonio”, formado de pater (padre) y el sufijo munus, refleja los bienes y derechos adquiridos por herencia.

El que un legislador ignorante pretenda establecer que a partir de ahora dos personas del mismo sexo podrán constituir un “matri-monium” implica, en el campo de la lógica, lo que se llama un “absurdo en términos” y, en el campo del derecho, una total aberración jurídica por la que cualquiera sería reprobado en la carrera de derecho en una universidad. La ignorancia de los legisladores llega a ser realmente monumental.

El 15 de julio de 2016, el más importante tribunal mundial de Derechos Humanos, el Tribunal de Estrasburgo, aprobó en el pleno, por unanimidad de los 47 países que conforman el Consejo de Europa, que “no existe en absoluto un derecho al matrimonio homosexual”.

El Tribunal sentenció que la noción de familia no sólo contempla “el concepto tradicional del matrimonio, a saber, la unión de un hombre y una mujer” sino que no se debe imponer a los gobiernos la “obligación de abrir el matrimonio a las personas del mismo sexo”.

En cuanto al principio de discriminación, el Tribunal añadió que no hay tal discriminación dado que “los Estados son libres de reservar el matrimonio únicamente a parejas heterosexuales”.

Pero el engaño y la manipulación afecta en primer término a los interesados, pues el derecho positivo no puede anular el derecho natural, por el simple hecho de que las leyes no pueden cambiar la naturaleza humana. Equivaldría a aprobar una ley estableciendo que ahora los hombres van a parir hijos, ya no las mujeres, porque así lo establece la ley.

Por ultimo concluyamos que. Al igual que los sistemas ideológicos del pasado, la ideología de género terminará derrumbándose: al estar repleta de contradicciones, simple y sencillamente es insostenible.

Pero los cristianos no deberían dar por hecho que la civilización mundial, después de colapsar por su fallida emancipación del Creador, volverá por sí misma al sentido común y a los valores cristianos. No, la nueva ética que se nos quiere imponer debe ser rebatida, desmontada y desmentida. La humanidad está llamada a vivir la civilización de verdadera paz y amor, no la falsedad de la “nueva era”.

En todas partes del mundo los cristianos se ven tentados, casi siempre por ignorancia, a mezclar los paradigmas de la nueva ética mundial con la doctrina cristiana, confundiéndolas por la aparente bondad de los novedosos conceptos.

Se requiere de un esfuerzo de autocrítica y desprogramación sistemática para revisar con atención nuestro propio lenguaje, refutando y desmintiendo los conceptos de la nueva ética mundial y retomando con valor y certeza los de la doctrina cristiana.

En los primeros siglos, la oposición al cristianismo era externa, los mártires derramaban su sangre por Jesucristo ante las torturas y suplicios.

Hoy día, la persecución es ideológica, sutil, silenciosa, por lo que es más fácil sucumbir sin darnos cuenta. La sangre no se derrama físicamente, sino mediante el martirio interior cotidiano en el esfuerzo por no asimilar el lenguaje “moderno” y “de género”, y por no dejarnos contaminar por los criterios, principios y antivalores de la nueva ética mundial.

Sólo hay una ética que subsiste la prueba de los siglos y de las culturas, la ética integral cristiana. Ella subsistirá cuando desaparezca y pase a la historia la deconstrucción ideológica de la falsa nueva era. “El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” prometió Jesús.

Gran parte de este escrito fue tomado de un excelente ensayo titulado: “DICTADURA DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO” Por: José Alberto Villasana Fuente: ultimostiempos.org

Sinceramente en Cristo

Mons. Martín Dávila Gándara

Obispo en Misiones

 

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