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Si tienes ‘peques’ en casa, ten cuidado con el azúcar

El azúcar trae de cabeza a los niños. Y a los mayores también. Derretirse por un dulce, un helado o incluso un zumo envasado esconde multitud de preguntas sobre la cantidad y tipos de azúcares que se emplean en los distintos alimentos procesados, especialmente en los preferidos por grandes y ‘peques’. ‘Desengancharse’ del azúcar puede resultar un reto tan difícil que algunas personas deciden incluso hacerlo en familia.

Entonces, ¿cuánto azúcar podemos consumir al día? Según Alma Palau, presidenta del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas, cero. Una cantidad absoluta que abarca todos los azúcares añadidos a los alimentos (tanto los de los alimentos procesados que compramos en el supermercado como los que añadimos a una receta, por ejemplo, de tomate frito), pero también los que están presentes en la miel, los jarabes o los zumos, incluso si son naturales. A pesar de todo, el consumo cero de azúcares dista mucho de la realidad de las familias en el día a día: lo recomendable, asumiendo lo difícil que es dar esquinazo a los azúcares, es no superar un 10% de la energía total consumida.

Junto a este porcentaje, la Organización Mundial de la Salud recomienda también limitar el consumo de sal a menos de 5 gramos diarios, y el de grasas saturadas a un 10% de la ingesta calórica. “Cuando leemos estas cifras, muchos que cuidamos nuestra alimentación y la de nuestra familia pensamos que lo estamos haciendo bien”, explica Noelia Jiménez, responsable de Qué Puedo Comer, una App que ayuda a personas alérgicas, celiacas y con otras intolerancias a controlar su alimentación. “No le ponemos azúcar al café ni a la leche que nuestros hijos toman por la mañana, no tomamos bollería sino galletas de avena que son más sanas y de postre no elegimos dulces sino un yogurt con L-casei para tener nuestras defensas fuertes. Sin embargo, si miramos las etiquetas de estos productos nos daremos cuenta de que ya en el desayuno superamos la ingesta de azúcar que recomienda la OMS”.

En España, explican desde esta plataforma, es común que un niño desayune un vaso de leche con cacao, un zumo de frutas y unos cereales. Sólo el zumo, si es procesado (o sea, comprado en el súper) ya aporta en torno a 10 gramos de azúcar por cada 100 mililitros. Un vaso corriente tienen cabida para unos 250 mililitros. El cacao en polvo tampoco se salva: tiene 15 gramos de azúcar por cada dos cucharadas. Y el bol de cereales, 18 gramos de azúcar en total. En total: aproximadamente el doble de la cantidad diaria recomendada, y eso sólo en el desayuno.

LEER LAS ETIQUETAS ES FUNDAMENTAL

El pasado 13 de diciembre de 2016 entró en vigor en España una nueva ley de etiquetado que obliga a indicar las cantidades de grasas, ácidos grasos saturados, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal que contiene cada producto. Solamente leyendo con cuidado las etiquetas podemos saber a ciencia cierta lo que llevan los alimentos. Esta ley se suma a la que ha dado tanto que hablar estos días en los medios: el nuevo impuesto a las bebidas azucaradas que acaba de entrar en vigor en Cataluña, y que hace que desde el pasado 2 de mayo las latas de refresco, los néctares o las aguas con sabor sean un 7% más caras.

Una vez entendemos las etiquetas, es importante tener en cuenta que todos los azúcares libres deben restringirse por igual: no hay una diferencia entre el azúcar “bueno” o “malo” en lo que concierne a alimentos procesados y a los que añadimos en la cocina. Las únicas que se salvarían en este sentido serían los azúcares naturales de las frutas, que no entran en la categoría de azúcares que deben limitarse de forma tan estricta (aunque también deben tenerse en cuenta), aunque sí lo hagan los zumos naturales. El motivo: si bien a nivel químico casi todos los azúcares son idénticos, su impacto sobre hormonas como la insulina depende del alimento; los azúcares están integrados en una matriz compleja y junto a otras sustancias, como por ejemplo la fibra de las frutas naturales que se toman de una pieza, afectan de una manera o de otra al modo en que el cuerpo se comporta al ingerirlos.

Los alimentos con un alto contenido de azúcar, además, suelen tener también grandes cantidades de grasas: pasa con algunos de los alimentos preferidos de los ‘peques’, como la bollería, los helados o el chocolate. Estos alimentos, responsables en gran parte de los altos índices de sobrepeso y obesidad infantil que se dan en países como España, tienen una alta densidad energética, es decir, aportan mucha energía en alimentos y porciones muy pequeños, y con poco aporte de vitaminas y minerales. O lo que es lo mismo: no compensa comerlos desde un punto de vista nutricional, aunque resulten apetecibles a los ojos y al paladar.

Fuente: http://mx.hola.com/ninos/2017051094365/cuanto-azucar-podemos-comer/

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