Argumentos filosóficos a favor de la vida
El respeto de la dignidad del embrión humano es decisivo no sólo para la identidad del hombre, sino también es crucial para la calidad justa de una sociedad.
Por Dr. Jorge Ballesteros
En torno a la familia y a la vida se libra hoy la batalla fundamental de la dignidad del hombre. El mundo entero vive un embate violento por parte de personas y lobbies que promueven la civilización de la muerte.
La ONU, las familias Rockefeller, Rothschild, Open Society de Soros, Bill y Melisa Gates Foundation, Ford Foundation, Planned Parenthood y el cártel internacional de los banqueros sionistas (Goldman Sachs, Barclay Capital, JPMorgan Chase, McKinsey, Merrill Lynch, Bank of America), así como todos los partidos de izquierda, han desatado un ataque violento en contra de la vida, el matrimonio y la familia, encontrándose México entre sus prioridades.
El respeto a la vida, en todas las fases de su existencia, se ven subvertidos por una cultura de la muerte que no admite la trascendencia del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios.
Esta “Cultura de la Muerte” se contrapone a la “Cultura de la Vida”, y ambas se confrontan en torno a cuestiones como el aborto, la eutanasia, la experimentación con embriones, la clonación, la concepción de la sexualidad.
En la cultura actual se hallan presentes diversas corrientes de pensamiento que tienden, a negar la existencia misma de una naturaleza humana o de la capacidad de conocerla, no admiten que la dignidad de la persona tiene un valor incondicional, del que no se puede disponer, especialmente al inicio y al final de la vida humana.
Hay un desprecio y dominio total sobre la vida en el caso del aborto, no existen “pequeños homicidios” que se puedan cometer sin profanar a todo el hombre. Debemos de tener un reconocimiento de la identidad personal del embrión humano
La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno.
Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en el derecho a la vida.
El respeto de la dignidad del embrión humano es decisivo no sólo para la identidad del hombre, sino también es crucial para la calidad justa de una sociedad.
La declaración universal de los derechos del hombre dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su propia persona” (art. 3).
El aborto no es un derecho, nada justifica el aborto. El asesinar a una persona no es un derecho, es un delito, ni siquiera el hecho de que el embarazo sea efecto de una violación.
El hecho de que se haya cometido un ultraje de ninguna manera autoriza para cometer otro, el cual, por cierto, es mucho más grave.
El derecho a la vida, la vida física, por la que se inicia el itinerario humano en el mundo, constituye el valor “fundamental”, porque sobre la vida física se apoyan y se desarrollan todos los demás valores de la persona.
Cuando hablamos de la singularidad personal del embrión humano decimos que el objeto hipotético del conocimiento sobre el embrión y feto humano, es la persona humana.
Este concepto, que algunos querían dejar a parte en la reflexión bioética, desde hace algún tiempo está retornando con fuerza al centro de la discusión, como punto de referencia imprescindible.
La persona constituye el fundamento de los derechos humanos, si no se admite la realidad personal humana, no se comprende que el hombre tenga derecho alguno.
Las líneas generales de la metafísica de la persona fueron desarrolladas y explicitadas por Santo Tomás de Aquino.
Se dice persona, según la definición de Boecio “A una sustancia individual de naturaleza racional”. De las dos naturalezas. Boecio (3,ML 64, 1343)
Se dice que la persona está enraizada en el ser ya que aquello que hace ser persona es el ser y por tener su origen en su ser propio, es una participación superior del ser.
Esto quiere decir que desde el momento que somos o que adquirimos el ser, somos personas, esto es, en el momento de la concepción.
La persona es lo más valioso que existe en la naturaleza y por eso solo el hombre, dentro de todos los seres de la tierra, es persona, y precisamente por eso es más valioso. El hombre supera en valor a todo lo material, por el bien personal.
Es importante recalcar que todas las personas tienen la misma dignidad, por eso la perfección y dignidad de la persona humana es común a todos los hombres, en cualquier situación de su vida, desde el aspecto biológico, psicológico, cultural, económico, político, etc.
De ahí que tampoco existan categorías de personas en cuanto tales. Así pues, la igualdad de todos los hombres se fundamenta en esta dignidad personal que les constituye.
En cuanto persona todos los hombres son iguales entre sí, e idénticamente sujetos de derechos inviolables que exigen ser respetados.
Pero ¿El embrión humano es persona? Es muy importante contestar esta pregunta porque, precisamente, a través del embrión humano se han dirigido los ataques más fuertes en contra de la vida de la persona en las primeras etapas de su desarrollo.
¿Inicia la vida, después de los 14 días? En cuanto al inicio de la vida del ser humano, se ha llegado a negar la categoría humana del embrión antes de los 14 días de su gestación.
Se repite a menudo, que en ese tiempo, el embrión es todavía una realidad indivisa y por tanto, no merece ser considerado como persona.
¿Cuáles serían las consecuencias de negar la realidad personal del embrión? Si no es persona, y es simplemente un conjunto de células, pero, sin unidad en el ser, es decir, sin vida, se le puede abortar o utilizar para la investigación científica o para extraer células madres, sin violar ningún precepto moral.
Esta negación arbitraria de la pertenencia del embrión —antes de los 14 días de gestación— al género humano, ha sido subrayada en la ambigua noción de pre-embrión propuesta por la embrióloga A. McLaren.
Este tema se debatió en 1984 por el Comité Warnock, nombrado por el gobierno británico, donde se sentenció que: “el comienzo de la vida humana no tenía lugar hasta el día 14, a partir de la fecundación”.
Se niega que el embrión sea persona, la tendencia a disminuir el estatuto biológico del embrión hasta el punto de no quererlo considerar un individuo humano sino a partir de algunos momentos arbitrariamente fijados, se asocia al intento de no considerarlo persona humana.
Pero, ¿Realmente podemos decir que el embrión humano es potencialmente humano? para algunos actores el recién concebido no tendría aún una realidad y una dignidad humana:
“Se trataría sólo de una realidad potencialmente humana o incluso de una pura posibilidad de humanidad, en cualquier caso no dotado todavía de una conciencia desarrollada”.
Algunas corrientes afirman que no todos los seres humanos son personas, por ejemplo H.T. Engelhardt sostiene de manera arbitraria, inmoral y antinatural que:
“No todos los seres humanos son personas. Los fetos, los infantes, los retrasados mentales graves y los que están en coma irreversible constituyen ejemplos de no-personas”.
Ponen condiciones para ser persona, algunos autores van más allá de la simple concepción y etapa embrionaria del ser humano, al llegar a establecer como elemento decisivo, el hecho de que este ser humano “potencial” tampoco estaría dotado de autoconciencia, esto es, no sería capaz de una actividad libre e intencional, y su existencia estaría subordinada a la capacidad de expresar el pensamiento y el lenguaje.
- Singer afirma que es persona quien posee autoconciencia, autocontrol, sentido del pasado, sentido del futuro, capacidad de entrar en relación con los otros, respeto por los demás, comunicación y curiosidad: por esto, si el valor de la vida depende del ser personal, los que no lo son carecen de todo derecho.
¿Los animales personas? Si, estos autores rechazan la teoría según la cual la vida de los miembros de nuestra especie tiene más valor que la de los miembros de otras especies; algunos seres pertenecientes a especies diversas de la nuestra, son personas y tienen derechos humanos.
“Este tipo de aberraciones dividen a la humanidad en dos bandos antagónicos, Personas y no personas”.
Convertir a unas personas en jueces inapelables sobre el destino de otras, dejar fuera del círculo de los seres personales a casi media humanidad.
En cambio la bioética personalista, afirma que se es persona desde la fecundación. La ciencia nos enseña que, tras la fusión de los gametos, comienza a operar como unidad una nueva célula humana, el cigoto, dotado de una nueva y exclusiva estructura informacional (el genoma), que constituye la base de su desarrollo posterior.
Se configura la identidad de la persona, desde el momento, en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo.
Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces.
Existe un nuevo ser desde la concepción, esto es en cuanto el espermatozoide, que lleva 23 cromosomas trasmitidos por el padre, penetra en la zona pelúcida, que es como un saquito de plástico que protege el óvulo
En, cuanto estos 23 cromosomas del padre se encuentran con, los 23 cromosomas de la madre, toda la información necesaria y suficiente está allí reunida en un nuevo ser.
Podemos concluir que se es persona desde la concepción, por eso el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción.
Y a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida.