Emociones

Bajo su impecable traje sastre, traía guardadas un par de pequeñas alas…

Fotografía de Pixabay.

Por Mirna Pineda.

Hay hombres que me impactan.

Algunos visten impecablemente.

Visten con la formalidad de los valores, huelen a perseverancia, lucen joyas como la gratitud y el respeto, hablan con humildad y viven dentro de las paredes de la integridad.

Hay pocos.

Me reencontré con uno. Lo leía de vez en vez cuando escribía su columna en el periódico. Le perdí la pista hasta que apreció en el escenario al conocer el caso de encarcelación de una de mis amigas más cercanas, caso que ha abrazado hasta lograr -junto con un equipo de apoyo- la liberación de mi amiga.

Enrique Zavala​ es un hombre fuera de serie. No es perfecto, ha logrado ser perfectible y dedica parte de su vida a abogar por personas que han sido encarceladas sin justicia.

Enrique es un apasionado del deber.

Me asombra su capacidad de negociación y apertura al diálogo, me cautiva su visión
del perdón.

Nos citamos en un café. Viajó 8 horas en carretera, comimos y hablamos y viajó otras
ocho horas de regreso.

Pocas personas honran el compromiso cuando dan su palabra.
Muchos olvidamos e incluso buscamos justificaciones para explicar por qué fallamos.

Este hombre puede haberse equivocado muchas veces, -nadie es perfecto-, y sin
conocer su historia personal solo puedo anotar que bajo su impecable traje sastre, traía
guardadas un par de pequeñas alas.

Mirna Pineda ([email protected])
Periodista, Capacitadora en Liderazgo
Comunicación y Desarrollo Humano
Autora y Conferencista

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