Estas son nueve claves para desarrollar la asertividad
¿Sabes qué es la asertividad? Esta es una habilidad social en la que se priorizan los derechos propios y se defienden respetuosamente ante otras personas; está muy relacionada con la autoestima, los estilos comunicacionales adaptivos y la mejora de la confianza con los demás, sea la pareja, familiares, amistades, etc.
La asertividad puede trabajarse y mejorar, consiguiendo que nos respeten, y nosotros respetando a los demás, sin tener la meta de “ganar o ser mejores”, sino de llegar a un acuerdo en cada situación de forma respetuosa para ambos.
Existen diferentes técnicas para expresarnos sin tener miedo de herir a la otra persona o ser agresivo en las formas, las cuales explicamos a continuación.
1.- Bajar la guardia
Evita estar a la defensiva antes de empezar una conversación. En ocasiones tenemos expectativas formadas de lo que sucederá y nos anticipamos en las formas, es decir, en la comunicación corporal y verbal inadecuadamente.
Practica el empezar con una persona dejando de lado los problemas previos para no predisponerte de manera agresiva. Si cambias tu actitud, conseguirás que el otro cambie su trato hacia ti.
2.- No culpar pero hacerse respetar
Si estás consciente de que la conversación está en un punto que te ocasiona malestar o que a ambos les está sentando mal, es mejor hacer una reflexión al otro sin reproche de por medio.
En este caso, lo incorrecto sería echar la culpa a la otra persona de cómo te habla, utilizando en estos casos la segunda persona del singular: “Tú eres el que has iniciado la discusión… Tú me haces sentir mal…”. Siendo un argumento asertivo el siguiente: “Me he dado cuenta de que no quiero seguir discutiendo contigo, por lo voy a hacer un esfuerzo para entendernos y no sentirnos mal”.
3.- Frases en primera persona
Este es uno de los fundamentales para trabajar la asertividad. Expresar que te ha hecho mal, que te hace sufrir indicándolo con frases en primera persona. De esta forma será más sencillo que la otra persona pueda sentir empatía, en lugar de un ataque de tu parte, es decir, cambiar el reproche por una expresión adecuada de tus derechos.
Por ejemplo, no es lo mismo decir: “Me tratas mal delante de otras personas” a decir “Me siento mal cuando dices algo negativo de mí a otras personas”.
4.- La técnica del disco rayado
Consiste en repetir una y otra vez el mismo argumento, de una forma calmada y relajada. Esto tiene como objetivo ser persistentes en lo que queremos, pese a la insistencia del otro.
Es útil cuando intentan manipularnos o nos quieren hacer cambiar de idea, haciéndonos sentir menos. Esta técnica, según el contexto, puede ser percibida por la otra persona como una muestra agresiva de comportamiento, por lo cual hay que utilizarla cuando realmente es necesario, o en combinación con otras de las técnicas expuestas.
5.- Interrogar de manera asertiva
Significa responder con una pregunta cuando alguien te acusa o te habla agresivamente. Así logramos que si la otra persona estaba haciendo una comunicación constructiva, es decir, por ayudarnos aunque no estuviera empleando las mejores maneras, nos detallará su planteamiento. Por otro lado, si era un ataque para herirnos a nivel emocional, el interlocutor no sabrá por donde seguir la conversación.
Un ejemplo puede ser, “Eres la persona más irracional que conozco” y responder “¿Por qué crees que soy irracional?… ¿Cómo crees que podría mejorar ese aspecto?”.
6.- Aserción negativa
Esta técnica es muy práctica durante la convivencia con otras personas, pues es habitual llevar responsabilidades compartidas y que no siempre se lleve a cabo como se espera.
Un ejemplo sería: “Otra vez te has olvidado de lavar los platos. Eres un irresponsable”, una persona asertiva podrá evitar una discusión y contestar “Lo siento mucho por no haberlo hecho todavía. Estoy con (la tarea o razón por la que no se ha podido). La próxima vez me organizaré mejor”.
7.- Pensar antes de hablar
De seguro hemos recibido ese consejo alguna vez, y es importante pensar en el mensaje que queremos trasmitir y en las formas adecuadas para hacerlo, para evitar caer en los mismos errores. No tengas prisa, piensa que las malas formas van a invalidar tu mensaje.
8.- Empatizar con la otra persona
Ponte en el lugar del otro. ¿Cómo estará viviendo esta situación? ¿Cómo lo viviría yo en su lugar? Reflexionar sobre estas preguntas puede ampliar nuestra perspectiva sobre nuestras creencias hacia esa persona, incluyendo en nuestra comunicación.
Es posible que el malestar o frustración que experimente se deba a sus circunstancias y necesite mayor apoyo por nuestra parte.
9.- Comprométete a no acumular las quejas
Es preferible expresar lo que nos molesta y lo que sentimos, siempre y cuando seamos honestos y lo expresemos de una forma directa y respetuosa. Guardar quejas puede tener la consecuencia de explotar en algún momento, expresando todo el malestar acumulado de forma rencorosa.
Con información de Psicología y Mente.