Espiritualidad

La Cuaresma, ¿cómo vivirla?

Fotografía de Revista Avante.

Por Pbro. Luis Márquez.

El Miércoles de Ceniza da comienzo uno de los tiempos litúrgicos más importantes de la Cristiandad, lo que se conoce como tiempo de Cuaresma, el tiempo de reflexionar, el tiempo de la Penitencia por nuestros pecados, para alcanzar perdón y misericordia de Dios por nuestras miles de faltas.

Este tiempo es de gran importancia para el pueblo Cristiano, el de mayor relevancia en el año, debido a que se inicia con el memorial de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, pero tú ¿cómo la vives? ¿guardas un verdadero sentido de arrepentimiento? o ¿sigues tu vida como de ordinario en vanas alegrías y con tu vida llena de faltas, vicios y pecados? Reflexionemos sobre ello.

La Iglesia está de luto y todos los católicos con ella; en los templos todas las señales de alegría brillan por su ausencia, las flores que adornan los altares son moradas, color que significa la penitencia el dolor, y las sagradas imágenes se cubren con un velo morado, lo cual es señal de penitencia que debe vivirse desde hoy Miércoles de Ceniza y hasta el Domingo de Pascua.

Aquellos corazones donde hace eco el profundo sentir de la Iglesia viven cristianamente la Cuaresma y Semana Santa, pero para aquellos que no significa nada el hacer penitencia, aquellos que hacen oídos sordos de empezar los 40 días de dolor y sacrificio, a ellos no les importa y llegarán hasta el viernes de la dolorosa pasión del Redentor, como cualquier otro día.

Para aquellos que la fe no sostiene su vida y hacen oídos sordos al llamado de vivir estos santos días con verdadero luto, con arrepentimiento de los pecados y propósito de enmienda, para aquellos que el mundo los tiene inundados con sus prácticas mundanas viven estos días como cualquier otro.

Aprovechan las vacaciones para irse a la sierra, a la playa, o lo peor que puede pasar es que vuelvan a crucificar a Nuestro Señor con diversiones desordenadas, pecaminosas; y es que el príncipe de este mundo prepara diversiones y desenfrenos para que nos olvidemos de nuestras raíces cristianas, para que dejemos nuestras prácticas de un verdadero hijo de la Iglesia la cual nos llama a penitencia.

La Iglesia nos llama a conversión con el recuerdo vivo, palpitante de la muerte de Cristo Nuestro adorable Salvador; nadie puede quedarse ajeno sin participar en esta abstinencia y ayuno, sin ir a los retiros cuaresmales y a las tradicionales ceremonias que tienen lugar el Triduo Sacro… todos participan, fieles e infieles, amigos y enemigos, católicos practicantes y los que lo son solo de nombre, pues sucede lo mismo que sucedió allá en Jerusalén, en el Viacrucis, ese camino doloroso hasta llegar al Calvario.

¿Quiénes presenciaron aquel Viacrucis? TODOS, fariseos y publicanos, dos ladrones y doce apóstoles, autoridades religiosas y civiles, un traidor y una madre dolorosa, y ¿cómo participaron? Unos llorando y suspirando, otros riendo y burlándose, unos golpeándose el pecho reconociendo la divinidad del Redentor y otros golpeando a Cristo, lanzando salivazos y blasfemias porque ese dice que es Hijo de Dios ; ahora bien.

¿Quiénes presenciaron aquel Viacrucis? TODOS, pero de distinta manera, es que había dos posturas, unos estaban allí compadeciéndose del “varón de dolores”, del “cordero de Dios”, ellos se compadecían de sus sufrimientos, se unían a su Redención y al ver que la causa de la muerte de Cristo eran sus pecados, al ver que el castigo que debía recaer en ellos, recayó sobre Él y “por sus llagas fuimos curados”, por eso se golpeaban el pecho de dolor y contrición, todo esto era meritorio para ellos y agradable para Dios.

Por otra parte había otra postura, otro bando, la de aquellos que no se sentían identificados con Cristo, sus sufrimientos poco importaban, no lloraban ni se compadecían porque su soberbia los tenía ciegos, su orgullo les impedía ver que todas las profecías se cumplían en Él pues taladraron sus manos y sus pies, se podían contar todos sus huesos, le dieron a beber hiel y vinagre, se repartieron sus vestiduras y echaron suertes sobre su túnica para ver de quien iba a ser, fue puesto entre malhechores y finalmente vieron al que traspasaron (Salmo 21).

Sus pecados los llevaron al endurecimiento del corazón, al encallecimiento de su conciencia, a no aceptar razones, a negar las profecías de la Sagrada Escritura, a tapar el sol con un dedo, a blasfemar y escupir. Estos fueron al Calvario a reír y divertirse viendo morir a un ajusticiado que decía ser Hijo de Dios.

Pues bien, la Pasión Dolorosa se sigue reviviendo, Cristo sigue sufriendo ¿y cómo participaremos en este Viacrucis? ¿Asistiendo a las ceremonias religiosas, alimentando nuestras almas con la oración, la confesión y la comunión, o asistiendo a espectáculos alimentando nuestro cuerpo con comilonas y bebidas que suben hasta trastornar la cabeza? ¿iremos a reír y bailar a los antros, a turistear a la sierra u otro lugar cualquiera? O ¿iremos con seriedad, reflexión a las Iglesias, guardando el luto que merecen estos santos días?

Espero que escojan la mejor parte acudiendo al llamado que hace la Iglesia de asistir a los retiros cuaresmales, espero que haga eco en su interior los sufrimientos de Cristo clavado en la cruz, coronado de espinas y traspasado por una lanza; espero que sean católicos practicantes, que acudan a recibir los sacramentos a fin de que aprovechen en buen sentido de ese precioso fruto que es la preciosa Sangre de Cristo que ella purifique, redima y santifique sus almas en estos solemnes días.

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