Espiritualidad

LA ESPIRITUALIDAD, UNA DIMENSIÓN IMPORTANTE

La espiritualidad es la dimensión profunda de la realidad y está relacionada con un sistema interno de creencias que le da sentido a la existencia de las personas. También tiene que ver con la manera como vivimos nuestra vida, los valores que rigen nuestras acciones y que tanto los respetamos y estamos en conexión con ellos. Fomentar y estimular en los niños, una base espiritual, es una necesidad urgente en un mundo permeado por la inmediatez, el materialismo y el consumo.

Existen muchas estrategias orientadas a dar a los niños una educación espiritual que les inculque principios de convivencia, amor hacia sí mismos y sentido de trascendencia.

-La espiritualidad, un mecanismo protector

La vida espiritual actúa como un elemento protector que estimula la formación de valores como la esperanza, la fortaleza y la voluntad. Le permite a los niños manejar mejor las dificultades resistir a la presión de grupo, y evitar influencias que le hagan daño a él o a otros. En este sentido refuerza las normas sociales positivas y la armonía en la relación con los demás. Es un gran apoyo en las crisis y constituye una forma de interpretar y aceptar constructivamente los eventos que no comprendemos. También es una forma de tener paz y tranquilidad.

-Conversar sobre espiritualidad

Somos los padres quienes asumimos ser líderes espirituales de los niños y aunque esta no es tarea fácil en el mundo de hoy, podemos iniciarla desde edades muy tempranas. Una manera es promoviendo nuestras creencias, tradiciones religiosas y atendiendo a su curiosidad natural, cuando se interesan por saber sobre temas como la vida, la muerte, o sobre Dios. Preguntas como ¿quién nos creo?, ¿qué pasa cuando nos morimos?, ¿mama tú crees en Dios?, pueden ser un pretexto para una cálida conversación.

Algunos autores plantean la necesidad de establecer con los niños diálogos espirituales de manera sencilla y espontanea. Hacerlo no requiere tener todas las respuestas, ni decir elaborados discursos, se trata más bien de generar espacios para compartir opiniones, creencias y experiencias tanto de los padres como de los niños.

-Empezar por nosotros

Como en muchos aspectos importantes de la vida, el ejemplo enseña más que las palabras, y ello significa ser un modelo digno de seguir. Es fundamental aprovechar cada momento para guiar y enseñar a ser sinceros, a decir la verdad, a ser justos, ayudar a otros, dar las gracias por las cosas buenas que tenemos. La fe no es solo lo que decimos, sino lo que hacemos: Revisar y aclarar nuestras propias creencias y preguntarnos lo mismo que un niño podría preguntarse; Qué tanto practicamos y mantenemos las tradiciones religiosas; Qué tipo de educación espiritual queremos para los niños.

Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que oyen. Valorar a las personas por lo que son y no por lo que tienen, apreciar las cosas importantes de la vida o mantener las tradiciones religiosas, es algo que construyen a partir de lo que observan en sus padres.

-La espiritualidad está en las cosas más sencillas

La espiritualidad hace parte de la vida diaria. Como padres podemos ayudar a los niños a conocer su interioridad, a escucharse a sí mismos, a meditar, orar, a estar en silencio, o en recogimiento, generando espacios de reflexión en familia o promoviendo otros en los cuales los niños reflexionen por sí mismos. Así mismo, podemos mostrarles maneras de ser generosos, compasivos y solidarios para enriquecer las relaciones con los demás. Enseñarles con nuestro propio ejemplo como cambiar las cosas que nos hacen daño y ser cada vez mejores personas, a no apegarnos a las cosas materiales y a desprendernos del sufrimiento. Hablar de lo que pensamos o de nuestras creencias pero también poder discutir acerca de las creencias de otros, preguntar a los niños que piensan, dar las gracias por lo que tenemos, admirar, respetar y cuidar la naturaleza como un orden maravilloso.


-En el lenguaje de los niños

La vida espiritual no solo es un asunto serio, es sobre todo una fuente de alegría, satisfacción y felicidad. La espiritualidad no debe convertirse en sinónimo de aburrimiento para los niños, ésta más bien debe ser significado de felicidad y tranquilidad, permitiendo a nuestros hijos y a nosotros como padres encontrarnos con nosotros mismos y Vivir con alegría. Contar historias, hacer pausas en el trabajo para compartir en familia, contemplar la naturaleza con nuestros hijos, permitir que pregunten o se desahoguen, o que estén en silencio, promover momentos de reflexión con los niños, desconectados de las distracciones como el televisor, los celulares o el internet. Todas estas son formas amables de estimular y fortalecer esta dimensión espiritual.

Fuente: http://www.inteligenciafamiliar.com/articulo.php?articulo=121&contenido=9
Original escrito por María Elena López

Tomado del Diario La Cronica del Quindio.

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