Emociones

 LA FE DE ELLA

POR MIRNA PINEDA

 

La joven madre pidió a la Virgen Morena por un milagro.

Esperaban un varón.

En su vientre llevaba un bebé que repetidamente quería salir antes de tiempo.

La cita para ver la luz debía culminar nueve meses después, pero apenas habían transcurrido 45 días, cuando las paredes internas que albergaban al pequeño ser empezaron a contraerse para obligar la salida.

Tras la repentina pérdida del antecesor –un varón- había tantas expectativas por cumplir el sueño, pero el bebé se negaba a permanecer en el vientre y buscaba,  por todos los medios, salir del encierro.

La consigna del médico fue determinante: descanso absoluto con las piernas levantadas por los siguientes meses, prohibido subir siquiera un escalón. Fueron noches interminables de incertidumbre, dolor, ansiedad, rezos y plegarias.

Hay una teoría que afirma que escogemos a nuestros padres. Se asegura que  nosotros seleccionamos  nuestro sexo, el color de nuestra piel e incluso el país donde vamos a nacer. Después buscamos a nuestro padre y madre, ellos  transmitirán  las pautas que han de regir nuestra vida y serán los maestros que guiarán nuestro aprendizaje.

En ocasiones la experiencia de crecimiento viene acompañada de dolores físicos y emocionales. Lecciones para comprender la misión que tenemos en nuestro paseo por la vida.

Las madres son fuentes generadoras de energía que nosotros absorbemos desde una etapa muy temprana. Algunos autores señalan que la concepción, gestación, el momento del parto y el primer año de vida, determinan el desempeño futuro de las personas.

Tengo la certeza de que esas etapas son importantes. Pero igualmente lo son las interpretaciones que hacemos en la niñez. Ellas inciden poderosamente en  las decisiones que tomamos como adultos.

Cuando crecemos, tenemos la tendencia de señalar con un dedo acusador  a nuestros progenitores. Baste recordar que fuimos nosotros quienes los elegimos, y que nuestros padres sólo nos dieron lo único que conocían.

Postrada en su cama, con los pies y corazón implorando al cielo con toda su fe, le pidió a la Guadalupana que le ayudara a que su segundo hijo -fuera hombre o mujer- naciera.
Prometió a la Virgen de Guadalupe que si era niña, le pondría su nombre.
Por la fe de esa maravillosa mujer y los milagros que son reales, estoy aquí.

Sin duda, hice una excelente elección.

 

mirna pineda

Mirna Guadalupe Pineda

Life Coach y Conferencista en Desarrollo Humano

Comentarios

Comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más populares

Arriba