Pasos para encontrar aquello que te apasiona y que te cambiará la vida
El día que encuentres “el elemento” de tu pasión, ten por seguro que te cambiará la vida:
¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que hacen las personas que son exitosas, reconocidas, que tienen una economía favorable que pareciera que su felicidad es inmensa y que aman su trabajo? Si te lo has preguntado es porque seguro vives la otra cara de la moneda. Si es así, este escrito es para ti. Aunque creas que esa vida de sueños que parece inalcanzable no es para ti, lo cierto es que todos tenemos el potencial, la oportunidad de realizarnos y hacer de nuestra vida la mejor experiencia.
Cinco de la mañana, tu alarma suena. Te despiertas. Te levantas de la cama y la acomodas. Vas al baño. Te lavas los dientes. Te vistes. Vas a la cocina. Te sirves una taza con cereal para el desayuno. Tomas tus cosas del trabajo y sales de tu casa. Caminas a la parada del transporte. Llegas al trabajo. Saludas a tu jefe, que como siempre no te voltea a ver. Te sientas en tu escritorio con la mente cansada tan sólo de saber todo el trabajo que tienes que terminar hoy, piensas en lo aburrido y estresante que es. Haces una mueca con la cara mientras levantas tus labios hacia tu nariz, con la boca y la mirada hacia el lado izquierdo para expresar hastío, descontento y repugnancia. Arreglas los pendientes de un día anterior de manera mecánica que lo puedes hacer con los ojos cerrados. Sabes que ya son las 12 del día, pues siempre a esa hora te entra un profundo sueño que es casi imposible de controlar. Estás aburrido que sólo esperas a que den las dos de la tarde para ir a comer y dejar, por fin, de trabajar en esos problemas que todos los días tienes que resolver… Y así, día tras día, mes tras mes, hasta que llega a ti un día distinto que te hace pensar y reflexionar…
Cinco de la mañana. Suena la alarma de tu celular. Oprimes el botón de posponer otros cinco minutos. Una vez. Dos veces. En la tercera sólo te volteas y la ignoras hasta quedarte profundamente dormido. Te despiertas. Te das cuenta que te has quedado dormido y te levantas como por reflejo, de manera presurosa y preocupado porque llegarás tarde al trabajo, justo el día que tienes que presentar el proyecto que te pidió tu jefe, así como a los ejecutivos para que decidieran invertir en la empresa. Recuerdas que justo el miércoles pasado te dejo tu novia y te pones triste. Llegas al trabajo y lo primero con lo que te encuentras es con tu jefe enojado y con reclamos por tu demora, pues eso se verá afectado en tu pago quincenal. Presentas el proyecto y uno de los ejecutivos te pregunta por la última parte del mismo. Buscas y te das cuenta que no la tomaste por haber salido a prisa. Los ejecutivos ahora dudan y posponen su decisión. Tu jefe te mira, y te lanza unos ojos como si fueran un arma. La presentación terminó. Más tarde, tu jefe molesto te entrega tu renuncia. Te vas disgustado a tu casa. Recuerdas que no pagaste la luz. Resignado, surgen en ti preguntas existenciales: “¿Por qué me pasa esto?, ¿qué hice para merecerlo?”. Luego, viene el verdadero cuestionamiento: “¿Me gusta en realidad lo que hago?, ¿me gusta mi trabajo?, ¿por qué escogí esta carrera?, ¿si hubiera elegido otra, quizá no atravesaría por esta situación?, ¿qué es lo que me gusta? y ¿tengo talentos?”. Se te viene a la mente aquella frase que leíste de Confucio: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.
Reflexionas otra vez porque no sabes, en realidad, qué es lo que te gusta, qué te apasiona y cuáles son tus talentos. Después te imaginas cómo sería eso que dice Confucio: la vida que tendrías si lo que sospechas que te gusta lo llevaras acabo. Es en este momento cuando te das cuenta que sería algo muy arriesgado, sobre todo por lo económico y, al final, porque no estás completamente seguro. Si quieres dar el siguiente paso tendrás que descubrir qué lo que te apasiona, conocerte tal cual eres, sin aparentar nada, sin las influencias de la sociedad, y sin paradigmas mentales.
Luego empiezas a vivir las cosas de forma distinta, piensas que no hay que conformarse sólo con la motivación, sino con la puesta en práctica. Te rodeas de personas que piensan igual que tú, que te retroalimentan y te llenas. Empiezas a aprender, después de tiempo notas que hallas lo que te gusta y decides intentarlo. Le dedicas algunas horas. Cuando obtienes tu primer éxito, no puedes contener la alegría de que al fin tu esfuerzo da frutos. Ahora ya no sientes cómo pesa el tiempo que pasa, sino que disfrutas cada instante.
Las cosas que ahora te preocupan son, por un lado, tu situación económica actual y, por otro lado, cómo llevar a cabo esas metas y objetivos que te propusiste. Haces planes. Un día, luego de tantos sacrificios, empeños y esfuerzos, por fin, te autorealizas como persona. Dejas de preocuparte por lo económico y es cuando experimentas el sentimiento de plenitud, sabes que todo lo que pasaste para llegar a donde estás ha valido la pena. ¿Vivir haciendo lo que te gusta, lo que haces bien y además te apasiona? ¿Que te paguen por eso? ¿Y que con tu trabajo puedas obtener más felicidad y lo reconozcan? Ken Robinson, educador y conferencista británico, nos habla sobre el camino que tenemos que recorrer para encontrar eso que nos gusta, lo que nos apasiona, y que además tengamos el talento. Razón por la que nos brinda algunas pistas de cómo encontrar aquello que define como El Elemento.
En palabras de Ken Robinson: “El Elemento es en el que confluyen las cosas que te encanta hacer y las que se te dan bien”.
Sobre ello Sandra González habla en su blog Coaching Pro y menciona: “Algunas personas han logrado cierto equilibrio en sus vidas, tanto a nivel personal como profesional, y sienten que no les queda nada pendiente. Se levantan cada mañana, van a trabajar, cumplen con sus obligaciones familiares y cuando su empresa se lo permite disfrutan de sus vacaciones en algún lugar turístico. Su vida no es lo que podríamos definir como ‘apasionante’, pero se sienten cómodos y no necesitan perseguir nada más”.
Sin embargo, existen también personas que, a pesar de tener una vida “cómoda”, sienten que aún les falta algo, como un “vacío” o “desarraigo”. Es como si en lo más profundo de su ser reconocieras que tu vida actual no encaja con quien eres en realidad. Entonces empiezas a preguntarte: ¿para qué trabajo aquí? ¿Qué sentido tiene que me dedique a esto? ¿Qué otra cosa podría hacer? Empiezas a cuestionarte si no deberías hacer un giro radical en tu vida, y darte espacio para ser lo que quieres ser.
Ken Robinson nos aporta una reflexión: “Creo firmemente que cuando alguien encuentra su Elemento, adquiere potencial para alcanzar mayores logros y satisfacciones. Aunque esto no quiere decir que haya una bailarina, un dibujante de cómics, o un premio Nobel de Economía en cada uno de nosotros, sino que la mayoría tenemos habilidades e inclinaciones que pueden servirnos de estímulo para alcanzar mucho más de lo que imaginamos. Entender esto lo cambia todo. También nos ofrece la mejor y, quizá, la única posibilidad de conseguir el auténtico y perdurable éxito en un futuro muy incierto”.
Cuando después de vagar y buscar por la vida eso que te apasiona, que te hace sentir como un ser completo, que te hace fluir y te llena, empiezas a navegar como una barca en un río y sigues a la corriente. Surgen dudas dentro de ti. Después de tanto tiempo navegando con cierta duda, al fin converges y desembocas en el mar que tanto buscabas y del que estás seguro es el tuyo. Es en este momento en que tu barca se convierte en barco. Y sólo entonces, miras tu mapa, marcas tu rumbo y decides elevar el ancla de las últimas dudas que te hacían no emprender tu camino. Ahora viento en popa, con una mano en el timón y con la otra en la determinación.
Fuente: https://culturacolectiva.com/estilo-de-vida/encontrar-el-elemento-en-tu-vida-para-conseguir-el-exito/