Superación

Qué le pasa a tu cuerpo cuando estás furioso y cómo controlarte

Enojarse a veces es necesario, ya que nos permite liberar tensiones y desahogarnos; sin embargo, vivir en estado de ira lleva a un gran deterioro.

La ira y la frustración combinadas producen un impacto negativo dentro y fuera nuestro, en eso que podemos denominar “un momento de furia”. Este sentimiento aparece cuando nos sentimos en peligro.

El psicólogo Raymond W. Novaco distingue entre cuatro clases esenciales de provocación que pueden desencadenar este tipo de comportamiento: están las frustraciones (por ejemplo, una baja calificación), los sucesos irritantes (como el ruido de la ciudad o que producen los vecinos), las provocaciones verbales y no verbales (como la ironía del jefe) y la injusticia (por ejemplo, un cambio de reglas sin justificar).

Cuando esto pasa, el corazón lo sufre, por lo que es fundamental que nos cuidemos.

¿Qué pasa en el cuerpo cuando nos enojamos?
El enojo es realmente peligroso para el cuerpo: dos horas después de que el enojo ha pasado, el riesgo de sufrir un ataque al corazón aumenta cinco veces, mientras que la posibilidad de un derrame cerebral aumenta tres veces.

Además, la furia produce trastornos neurovegetativos que se manifiestan con sudor, palidez o, por el contrario, enrojecimiento del rostro, temblores, gestos desproporcionados con gritos y violencia, sentimientos de odio que disminuyen la capacidad de raciocinio. La persona sufre contracciones del rostro, acompañadas de una mímica que manifiesta estupor y rabia.

Cómo diferenciar el enojo, la ira y la furia
Para comprender mejor por qué nos ponemos furiosos, es importante distinguir que escasas veces la ira extrema se presenta en primer término y sin causa aparente. Por lo general viene precedida de sentimientos primarios de preocupación, culpa, rechazo, injusticia o incertidumbre.

Por eso es importante reconocer el estado anterior a la furia porque cuando comprendemos, analizamos, recolectamos información sobre lo que nos produce este momento podemos generar un marco de contención para no llegar a ser tan dañinos con nosotros y los demás.

Formas sencillas de controlarte
Los coaches profesionales incorporan diversos ejercicios para el control de la ira con el objetivo transformarlas en elementos de mayor auto conocimiento:

1. Anticipa que estás furioso. Dí claramente “estoy sintiendo…” de modo tal de anticipar los acontecimientos.
2. Entrena tu respiración. Cuando nos vamos calmando, podemos respirar mucho más profundamente y lento, oxigenando todo el organismo, a la vez que traemos más calma.
3. Camina y haz algo de ejercicio físico. Mueve tu energía; si quieres, hablando en voz alta. Percibirás que irás aquietando las emociones a medida que lo verbalizas.
4. Sal del ambiente de tensión. Te brindará una perspectiva automática sobre las cosas.
5. Protege a los demás. Si intuyes que podrías tener agresión física hacia terceros, pon a resguardo a las personas y solicita ayuda a una red de confianza.
6. Recuerda que las palabras dañan. Cuida tu lenguaje dentro de lo posible.

Fuente: http://www.labioguia.com/notas/que-le-pasa-a-tu-cuerpo-cuando-estas-furioso-y-como-controlarte

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