Emociones

Cómo las relaciones familiares tóxicas generan dificultades para conectar con los demás

Fotografía de Freepik.

Las experiencias que vivimos en el contexto familiar influyen de gran manera en la forma que percibimos y gestionamos las relaciones con otras personas, así como la que mantenemos con nuestras propias emociones.

El modo en el que hemos convivido o compartido momentos clave con nuestros papás, abuelos, tíos y demás figuras de referencia tiene un impacto psicológico importante en nosotros, tanto en lo bueno como en lo malo.

Si esas relaciones familiares se vuelven tóxicas, lo más probable es que desarrollemos problemas que se reflejen en la forma en la que intentamos hacer amigos, de comunicarnos con los compañeros de trabajo, etc.

El impacto psicológico de las dinámicas familiares tóxicas

La idea de que cada persona es única e irrepetible puede aplicarse igual o más en el caso de las familias. No obstante, todas tienen en común que juegan un papel fundamental en el desarrollo de la personalidad de cada individuo, sobre todo en la niñez y adolescencia.

Incluso ya siendo adultos, las dinámicas familiares tóxicas provocan que la víctima se aísle socialmente; no necesariamente pasando poco tiempo en compañía de otras personas, pero viéndose incapaz de conectar emocionalmente con los demás.

La familia constituye, en la mayoría de los casos, el que debería ser nuestro “entorno seguro”, en el que lo normal sería que nuestras necesidades más importantes fueran cubiertas.

¿Por qué surge la desconexión emocional tras los problemas en la familia?

Las experiencias dolorosas a nivel emocional o incluso traumáticas relacionadas a la familia llevan a muchas personas a aislarse socialmente, de forma consciente o inconsciente. Algunas de las razones que estos individuos tienen son:

⦁ Miedo a que alguien les cause el mismo malestar que han sufrido en sus familias.

⦁ Vergüenza por la imagen que creen que transmiten sus familias.

⦁ Creencias disfuncionales acerca de la bondad o la maldad humana.

⦁ Falta de tiempo o de energía para cultivar amistades, por tener que lidiar con conflictos en sus familias.

¿Cómo ayuda un psicólogo con este problema?

Cada familia tiene su propia dinámica y características, por lo que cualquier forma de intervención iniciará examinando cuál es el caso del paciente.

Una vez hecho el diagnóstico, los psicólogos establecerán una hipótesis de trabajo y propondrán posibles soluciones para ayudar a que la persona supere su malestar y llegarán a un acuerdo con respecto a una meta específica a la que deben llegar, claro, con la asistencia del profesional.

Dichas intervenciones pueden adoptar muchas formas, dependiendo de las causas específicas del problema, aunque por lo general destacan las siguientes estrategias y técnicas.

1.- Entrenamiento en resolución de conflictos y en asertividad

Ya que las dinámicas tóxicas en la familia forman parte de las causas de lo que le sucede al paciente, es de gran ayuda brindarle herramientas de gestión de conflictos.

La intención es que desde la asertividad, pueda conservar su individualidad y hacerse valer ante esos miembros de la familia que consciente o inconscientemente han contribuido a que la persona no pueda relacionarse con normalidad con otros.

2.- Reestructuración cognitiva

Consiste en poner a prueba a las creencias a las que se aferra el paciente, para ver cuáles son disfuncionales y juegan en su contra a la hora de superar el problema que sufre.

Una vez hecho lo anterior, se proponen idas y marcos de la realidad alterativos, que le permitan percibir lo que sucede de un modo más equilibrado, realista y con matices, sin caer en el pesimismo que lo paraliza.

Así se contribuye a mejorar la autoestima, de manera que la persona no asuma que fracasará si intenta conectar con alguien.

3.- Desensibilización al miedo al rechazo

Muchas personas que tienen esta clase de problemas sienten una desconexión emocional con otros a su alrededor porque no se atreven a abrirse ante ellas, pues temen que vayan a aprovecharse de sus vulnerabilidades.

Parte de lo que ocurre tiene que ver con el auto-sabotaje, pues el afectado decide renunciar a la posibilidad de tener relaciones significativas y a conectar afectivamente con los demás debido a las experiencias dolorosas que ha vivido con su familia, para evitar que ocurra algo parecido.

Para resolver este tipo de malestar, los psicólogos guían al paciente en el proceso de poner a prueba estas relaciones más cercanas con el resto, para que gradualmente vean que no hace falta mantenerse en esa actitud extremadamente defensiva.

Con información de Psicología y Mente.

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