Cuándo es sano el narcicismo y cuándo representa un trastorno
Tener cierto grado de narcicismo es necesario en nuestra vida y resulta esencial para nuestra autovaloración, pues hay que sentirse valioso y digno. Esta es una de las claves para lograr nuestros objetivos, aumentar la autoestima y sentir amor propio.
Sin embargo, el concepto de narcicismo asociado al egoísmo y vanidad surgió de la historia de Narciso, el hombre que murió cautivado por su propio reflejo.
A partir de ahí, se describe el narcicismo como un aspecto potencialmente problemático, por la fantasía de cuidar la imagen de un ‘Yo’ falso, y cuando se vuelve insano, hablamos de un Trastorno Narcisista de la Personalidad.
Una persona con narcicismo sano puede ser empática con los demás, respeta su espacio individual, es ecuánime con sus habilidades y escucha lo que otros tienen para decir, incluso cuando es contrario a sus ideas.
Además, puede exponer sus puntos de vista con respeto y de manera amigable; también se le da bien conectar con su pareja.
Por el contrario, un narcisista patológico es celoso y, en general, infeliz; sienten una constante insatisfacción y anteponen su necesidad de amor, validación y atención sobre el bienestar de su propia familia o negocios.
Suelen ser encantadores en público, pero hostiles con sus seres queridos, y hablan mal de la gente a sus espaldas. También pueden dañar su negocio o reputación, pero no se hacen responsables ni admiten que se equivocaron.
Se caracterizan por sentirse superiores, pero solos, y le tienen un miedo especial a la soledad, mientras que al mismo tiempo se sienten atrapados en una burbuja.
Asimismo, son personas competitivas y obsesionadas con ser el centro de atención y ejercen violencia dirigida hacia ellas mismas; se empeñan en señalar sus diferencias con los demás.
Como para el narcisista patológico el foco de atención es él, no puede ponerse en el lugar del otro, no reconocerá sentimientos ni necesidades de las demás personas, pues está muy centrado en sus propias experiencias.
Los narcisistas tienen un ego muy dañado, constantemente temen que se desinfle su burbuja de egocentrismo que han construido, por lo que suelen vivir a la defensiva, son hipersensibles a las críticas. No dejan que alguien les dé un consejo, pues les causa rabia, vergüenza y frustración.
Aunque expertos señalan que los trastornos de personalidad no pueden diagnosticarse hasta la adultez, empiezan a mostrarse problemas desde los 15 años.
No obstante, en la infancia los niños muestran características muy narcisistas, como falta de límites, exceso de mentiras o una envidia manifiesta y desbordante competitividad.
Se ha comprobado que, aunque los rasgos del trastorno no pueden ser claros hasta pasados los 18 años, si un niño no desarrolla los sentidos empáticos desde pequeño, después será imposible que los desarrolle, pues después de los 12 o 13 años, el cerebro ha terminado de desarrollar sus funciones básicas.
Con información de Psicología y Mente / Imagen de Freepik.