Hablar solo es útil: te decimos para qué sirve
Pese a que sea socialmente mal visto, todos hablamos solos en algún punto de nuestro día. Si bien se supone que cuando lo hablamos lo hacemos para comunicarnos con otras personas, hablar con un mismo es una práctica común que con todo y prejuicios, es algo que las personas sanas mentalmente hacen.
Muchos son los que se avergonzarían de afirmar que hablan solos, pues es considerada una acción que solo un “loco” haría, pero lo cierto es que TODOS convertimos nuestro pensamiento en palabras que nos dirigimos a nosotros mismos.
Anteriormente era visto como un rasgo de inmadurez, discapacidad intelectual, trastorno mental o en forma de soliloquio shakesperiano.
No tiene nada de malo hablar solo, y de acuerdo con recientes descubrimientos de la ciencia, hacerlo nos ayuda a mejorar nuestra capacidad discursiva, potenciar la creatividad y ayudarnos a pensar mejor.
Desde tiempos antiguos se intentó explicar la relación entre hablar en voz alta y pensar mejor.
Autores de la Antigüedad Clásica como el orador Marco Tulio Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.) describieron que una buena forma de preparar un discurso o escribir un libro es hablando solo, especialmente cuando uno se queda en blanco.
En tiempos más recientes, el alemán Heinrich von Kleist (1777-1811) en su ensayo “Sobre la formación gradual de los pensamientos mientras se habla”, menciona que no es el pensamiento lo que produce el habla, sino que el habla actúa como un proceso creativo que acaba generando el pensamiento.
Por su parte, el psicólogo ruso Lev Vyagotski observó que los niños hablan consigo mismos, diciéndose qué es lo que hacen y van a hacer. Con el paso del tiempo, esta charla con un mismo se termina interiorizando, convirtiéndose en esa vocecilla mental que es el pensamiento “silencioso” o “discurso interno” propio de los adultos.
Interiorizar el discurso es propio de la madurez, pero no es un comportamiento que sustituya al hablar solo, pues es una estrategia beneficiosa para ciertos aspectos y es más discreto que hablar en voz alta. Está claro que no decir todo lo que pensamos puede ahorrarnos más de un problema a nivel social.
Sin embargo, también tiene sus problemas, los cuales son solucionados hablando solo. La principal desventaja del discurso interno es que lo hacemos más rápido de lo que lo haríamos con un discurso verbal.
Cuando pensamos es frecuente que no pensemos en frases completas, nos comamos palabras o tengamos tantas ideas que, ante tal desorden mental, nos agobia y frustra. Nuestro pensamiento puede llegar a ser muy inconexo, condensado y parcial, aun sin padecer un trastorno mental.
Por el contrario, cuando hablamos para nosotros decimos las frases completas, las ideas vienen una tras otra y pensamos mejor. También somos más conscientes de nuestros pensamientos, hilándolos con coherencia y sentido; se piensa tal cual se habla, con el ritmo y entonación propios de una conversación con otra persona, enfatizando el significado pragmático y argumentativo de los que se dice.
Gracias a esto que, en caso de que nos hayamos quedado en blanco en cualquier situación, que al verbalizarlo oralmente podemos ver el punto débil, e incluso fomentar la creatividad y la imaginación.
Hablar con nosotros mismos incrementa nuestra capacidad dialógica, pues nos ayuda a construir activamente la imagen de la persona con la que queremos hablar, imaginándonos cómo reaccionará a lo que vayamos a decirle.
Finalmente, hablar con uno motiva a la acción, pues es un recurso que usamos para motivarnos a hablar con alguien más o para atrevernos a iniciar un proyecto o actividad que nos daba miedo.
Con información de Psicología y Mente.