La razón científica por la que te hará más feliz gastar en experiencias que en objetos
¿Comprar objetos o gastar en experiencias? Una investigación pretende develar de una vez por todas qué opción genera más satisfacción en las personas cuando gastan su dinero.
Es época de fiestas y más que felicidad, una disyuntiva flota en el ambiente, a veces con tanta verdad como dureza: comprar impulsivamente o fracasar en la Navidad. Las tiendas departamentales pintan sus escaparates de los colores y deseos más buscados de la temporada, mientras el grueso de las personas confía su felicidad (y la de los suyos) en el poder de una etiqueta, una firma o un logotipo.
Ante tal situación, una investigación pretende demostrar científicamente una máxima dictada por la lógica y pocas veces respaldada por la gente: la satisfacción obtenida por gastar dinero en experiencias es mucho mayor que la que reporta gastarlo en bienes materiales.
Compras experienciales vs. bienes materiales: ¿Qué es más satisfactorio?
A pesar de que la mayoría de las personas considera que el mejor uso del dinero está en su intercambio por bienes materiales que pueden percibirse físicamente, la investigación de Amit Kumar y Tom Gilovich de la Universidad de Cornell revela que las experiencias resultan más duraderas a nivel psicológico:
Un smartphone, una joya o un par de zapatos son objetos materiales cuyas características resultan evidentes y apreciadas por quienes los adquieren. Una persona utilizará su nuevo teléfono celular una y otra vez durante todos los días, mientras la posesión de una joya se mantendrá con el paso de los años y los zapatos estarán listos para usarse siempre que combinen o sean necesarios por su dueño.
Aun suponiendo una vida mínima de estos objetos, su durabilidad material resulta superior a todas luces que una experiencia de unos cuantos días u horas, como viajar, cenar en un restaurante favorito o asistir a un espectáculo. No obstante, tienen ciertas características que las hace perdurar (y mejorar) a nivel psicológico durante mucho más tiempo, en decremento de los bienes materiales.
El secreto de la duración
Todos los objetos tienen una fecha de caducidad: el progreso tecnológico (especialmente notorio en los dispositivos electrónicos de consumo) avanza a pasos agigantados en la actualidad y en poco menos de un año, el smartphone con mejores prestaciones del presente habrá de ceder su sitio a otro, pasando a ser uno más -nunca más el mejor-. Un año más y el mismo equipo quedará obsoleto, toda vez que las apps y el sistema operativo serán reemplazados por otros acordes a los nuevos modelos.
Algo similar pasa con los zapatos, un vestido o un automóvil. Poco a poco, el desgaste cotidiano se llevará sus mejores bríos y la mente encontrará poco llamativo el objeto que en el pasado fue tan aludido. La fuerza de la costumbre lo mirará con ojos rutinarios hasta que sea momento de sustituirlo y empezar de nuevo.
No obstante, la investigación reveló que cuando se trata de experiencias, ocurre exactamente lo opuesto: a pesar de su brevedad, los momentos y las historias permanecen en los recuerdos aun mucho después de que terminaron. Para Kumar y compañía «las compras experienciales suelen ser más agradables, emocionantes y menos impacientes» que las materiales. Además, son un punto de partida para la interacción social, pues resultan una fuente casi inagotable de conversación y al mismo tiempo, trabajan la memoria.
La importancia de la gratitud
No conforme con lo anterior, existe un sentimiento que perfila aun más la satisfacción obtenida por las experiencias por encima de la generada por los bienes materiales. Kumar afirma que la gratitud experimentada entre ambas no tiene comparación:
“En una serie de experimentos encontramos que los sentimientos de gratitud surgen más por los viajes realizados, los eventos asistidos y por las comidas que se han probado que por las “cosas” que se han comprado”, replicó Kumar.
No sólo eso: la mayoría de las experiencias se realizan acompañados de seres queridos, algo que comúnmente no ocurre con los bienes materiales. Se trata de otra forma de fortalecer vínculos y generar recuerdos que suelen añejar con el tiempo. Una experiencia tiende a mantenerse en la mente según la percepción general del sujeto; si un viaje en familia fue considerado positivo, el paso del tiempo y la añoranza obviarán los malos momentos e idealizarán los mejores, haciéndolos más gratos de lo que realmente fueron.
La conclusión establece una diferencia sustancial entre compras experienciales (el dinero gastado en hacer) con respecto a las compras materiales (dinero gastado en tener):
«Hemos encontrado que las personas tienden a ser más felices cuando invierten en experiencias, porque las compras experienciales conectan a las personas entre sí, ayudan a mejorar la percepción de sí mismas y en relación con el consumo material, tienden a apreciar los bienes por su valor intrínseco en lugar de la forma en que se comparan con lo que otros tienen», afirma Amit Kumar para Scientific American.
Fuente: https://culturacolectiva.com/tecnologia/porque-gastar-en-experiencia-y-no-en-objetos/