La verdad sobre la carne de puerco
El consumo de la carne de puerco ha sido estigmatizado al límite de que la desinformación que genera la sabiduría popular recomienda evitar su ingesta. Sin embargo, la evidencia científica indica que este desconocimiento provoca que nos estemos perdiendo de una excelente fuente nutricional de origen animal.
De acuerdo a Juan Pedro Camou Arriola, profesor investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), experto en el estudio de productos cárnicos, existen mitos arraigados sobre la higiene en la crianza de los cerdos y respecto a que su carne es transmisora de algunas enfermedades.
Existe la creencia popular de que la ingesta de puerco causa, por ejemplo, triquinosis, una enfermedad producida por el microrganismo Trichinella spiralis, el cual invade los tejidos musculares y provoca diarreas severas y dolor muscular, entre otros síntomas; no obstante, esto es mínimamente probable que ocurra, explicó el investigador.
Actualmente el cerdo que se cría en las empresas porcícolas sonorenses, dijo, se produce con altos estándares de inocuidad y bajo una rígida vigilancia de las autoridades sanitarias en toda su cadena productiva para evitar cualquier tipo de contaminación que afecte a los consumidores.
“En la década de los años sesenta al puerco se le criaba para producir 50% carne y 50% grasa, que era usada como manteca para cocinar; hoy el cerdo produce 75 por ciento proteína; es decir, carne magra y 25% grasa, la cual es de cobertura (envuelve el cuerpo del cerdo), disminuyendo también, en gran medida, la grasa entreverada muscular, señaló el experto en cárnicos.
El investigador explicó que se tienen indicios de que el ser humano empezó a comer puerco hace más de cinco mil años y que en la actualidad es la carne más consumida a nivel mundial, principalmente en el continente asiático.
“No hay que temer comer puerco, es una excelente opción nutricional; en un filete cerca del 20% es proteína, su carne tiene menos del 10% de grasa y es una rica fuente de complejo B, hierro, fósforo y magnesio”, concluyó Camou Arriola.