SANA CORAZÓN
Por Paulina Márquez
Se escucha el sollozo que en su intento de ser silencioso
hace más ruido con el cimbrar de la tierra que ocasiona
con toda su energía que calla pero que suelta a madre tierra…
Hay quienes dicen que llora,
otros que es el enojo salvado de su agresión…
yo le tenía miedo pero ya no podía más hacerme la que “no lo escuchaba”.
Habría de hacer algo así que de puntillas me acerqué a su habitación
y con algo de miedo toque su puerta y el silencio que siguió me puso los pelillos de punta.
Inhalé profundamente, me armé de valor y di el primer paso hacia dentro y seguí caminando,
di más y más pasos hasta que topé con él.
Me senté, lo abracé y escuché…
Cuando nuestro corazón duele, sucede algo similar a lo que narro arriba. Muchos luchamos por que “no se note” que estoy triste, que me enojé con eso que dijiste, que tengo miedo por lo que pueda pasar, que no se note que tengo emoción. Y después el costo que pagamos es alto, muy alto. Enfermedades, dolencias, depresión, ansiedad, frustración e incluso muerte. Y, como la canción dice “¿ y todo para qué?” Vivimos en una cultura donde la fortaleza se demuestra en la ocultación de las emociones “negativas”, en no demostrar que eres vulnerable.
Hace poco platicaba con una jovencita en un hospital y muy entusiasmada me contaba las grandes hazañas que había hecho para que los médicos que la operaban “no se dieran cuenta que tenía miedo” pues ella reía, reía para no llorar, y después me decía: “yo tenía ganas de llorar pero mejor reía, ¿sabes? No me gusta que me vean llorar porque yo no soy débil”. Se me partió el corazón cuando escuché eso, era una jovencita de 18 años, a quien le faltan un mundo de emociones por explorar, decepciones amorosas, duelos, fracasos, tantísimas cosas que le provocarán dolor y que ella no se permite sentir por temor a ser “débil”. Mi imaginación brotó y le contesté lo siguiente:
“¿Has visto cómo son los árboles cuando ya están grandes?, ¿sus troncos cómo son de grandes, fuertes e inmensos?, ¿Cómo cuando llueve no los tumba?, ¿cómo cuando hace mucho viento ellos lo resisten, incluso nos cobijan con sus hojas?, Bueno, ¿cómo eran cuando estaban pequeños?, ellos eran un palito delgadito, “enclenque”, “debilucho” que si uno le jalaba una de sus hojas, éste de doblegaba con ellas, ¿cierto? Necesitó ser ese palito débil y sortear el calor, la lluvia, los animalitos y la gente que pasó a su lado y creció, se hizo grande, fuerte y hasta llegó a darle hogar a unos cuantos animalitos y de vez en vez a darle sombra y cobijo a personas. Así somos nosotros, necesitamos de esos momentos de “debilidad” para fortalecernos, para ser valientes y ser fuertes cuando lo necesitemos. Así que no temas a tu llanto, éste necesita salir para que dé paso a tu valentía”.
Y así es como también sanamos a nuestro corazón, dándonos permiso de expresar lo que siente. Hoy en día está de moda aquello de la “inteligencia emocional” y todos queremos ser inteligentes, pero he de decirles algo: jamás sé es inteligente si ni siquiera llegamos a conocer nuestras propias emociones.
Así que abre esa puerta de tu corazón, deja que exprese su sentir, no a los demás sino a ti, que se sincere y diga exactamente lo que siente y como lo siente, entonces, después de hacer esto podrás comenzar a pensar en lo siguiente que necesitas hacer para sanar esa emoción.
Cree-te, Ama-te, Confía en tu sabiduría interior.
De corazón, Gracias por compartir estas letras.
Paulina Márquez
Psicóloga