Umbrales
Por Elva Luz López
Muchos seres humanos viven cada día reconociendo su entorno y soñando con otros. Su manera de conocer el mundo se complementa con experiencias, con sueños, con anhelos. Y desde su infancia sueña
con un futuro feliz, donde conozca más personas, donde viaje a más lugares, donde los seres humanos vivan en armonía.
En lo personal a veces más fácilmente y otras más difícil, he ido cumpliendo esos sueños.
La idea de conocer otros lugares, otras costumbres me mueve y aunque conozco muy pocos lugares en comparación con otras almas viajeras, me considero afortunada y mis maletas siempre tienen lista una muda completa de aventura y otra de emoción.
Conocer otras latitudes es cosa también de experiencia, de acatar usos y costumbres sin sumisión, pero si con respeto. Por ello sería más fácil si cada ser humano orgulloso de sus raíces, valorará las tradiciones en otros pueblos.
Mi idea es pues, volar muy lejos, pero en algún momento volver a mi punto de partida:
Mi pueblo, que está entre vida y recuerdo. Que se encuentra en el esfuerzo diario de los hombres y mujeres del campo.
Viaja en el recuerdo y la añoranza de los que nos vamos.
Aromas frescas y tardes pacíficas me llevan a San Pablo, donde quiera que esté. Siempre digo quien soy y recalco de dónde soy. Crecí al lado de un arroyo, cerca del río y frente al paredón, donde mis mejores recuerdos se encuentran.
Disfruto estar ahí, deseo prosperidad y dicha a los habitantes de la pequeña comunidad que me formó a mí y a tantos niños que hoy somos ciudadanos del mundo. Que caminábamos cada mañana calles de terracería, a veces con polvo, a veces con aroma de lluvia, con frío o calor. Sin saber, quizá, impregnándonos de nuestra tierra, perteneciendo a ella, sabiendo que lo pequeño no es poco, cuando llena el corazón. Que aprender a caminar firme te puede hacer volar, que tendiendo origen cierto, sabremos qué dirección tomar.