Familia avante

Antecedentes de la crisis de autoridad familiar

  • Existe actualmente el despego de los padres hacia la familia
  • Debemos tomar el rol que a cada quien, por naturaleza, nos corresponde asumir

Por Lic. En Filosofía Karla Edith Ruiz

La etimología de la palabra autoridad viene del  latín “auctor”, que procede del verbo “augere” y significa hacer aumentar, hacer crecer. Por lo tanto la autoridad en la familia es un instrumento para hacer crecer y educar a los hijos.

Debemos tener en cuenta que la relación entre padres e hijos. en edad de formación debe ser jerarquizada y no de igualdad.

Los niños tienen poca capacidad de razonar o un menor entendimiento y generalmente actúan siguiendo impulsos o caprichos, es por eso que los padres imponen su autoridad, algunas veces obligándoles a seguir un modelo de conducta, una disciplina, con el objetivo de cultivar virtudes y formar a un buen ser humano.

Pensadores  como: Montesquieu (16891755), Voltaire (1694 –1778), Rousseau (17121778), Influyeron en la sociedad antigua con ideas liberales que se enfocaban en los derechos individuales, la libertad en todos los aspectos (expresión, culto, asociación) así como la igualdad.

Los pensamientos de estos personajes repercutieron en movimientos sociales que proclamaban más derechos y libertades que obligaciones y deberes del hombre, como la independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa.

Como resultado de estos acontecimientos y con el paso del tiempo,  imperan sistemas de gobierno con ideas liberales, modernas o como suelen ser llamadas “democráticas”.

En México, después del triunfo de la Revolución, en el periodo del  Maximato se establece que la educación debe ser socialista, excluye toda doctrina religiosa.

Desde  esas fechas hasta nuestros días, la educación pública en México ha sido laica y sin educación moral, además de negar la existencia de Dios con teorías como el evolucionismo, y la teoría del Big Bang, dejando a la religión  y a la doctrina de lado, incluso poniendo a los pupilos en contra de ésta.

Durante la época de los sesenta, en Estados Unidos surge la contracultura “hippie”, se distinguían por proclamar una anarquía pacifista, el amor libre, la homosexualidad y el consumo de drogas.

La “filosofía hippie” se plasma en películas, comerciales, series televisivas y pronto llegan a nuestro país esas tendencias. De la misma manera surgen movimientos feministas que proclaman la “libertad femenina”, la igualdad entre hombres y mujeres, así como la despenalización del aborto y la negación de normas éticas y morales tradicionales.

Todo lo anterior repercute en la actualidad en las familias mexicanas. Como resultado tenemos: el abandono de la familia, el poco interés por las personas en formar una familia con educación moral.

El que las madres hayan salido de sus casas en busca de empleo, ya sea por necesidad económica o por desarrollarse profesionalmente,  ha permitido que  la mayor parte de los infantes  sean educados por un televisor, el internet, las redes sociales o por personas cercanas o ajenas por la familia.

Es una realidad que los padres dediquen más tiempo a sus trabajos que a su hogar, esto ha propiciado el distanciamiento entre padres e hijos, aun cuando estén bajo el mismo techo.

Podemos darnos cuenta que los padres pierden cada vez más la autoridad sobre sus hijos, del modelo tradicional donde los padres mandan y los hijos obedecen, pasamos a un modelo más moderno, donde los padres delegan su autoridad a los hijos; donde simplemente los hijos no obedecen o mienten, engañando a los padres.

¿Qué pasa cuando los padres no ejercen su autoridad? Los hijos se apoderan de ésta, haciendo lo que quieren y cuando quieren. De forma que los padres poco se interesan o poco pueden intervenir en las conductas o  decisiones de sus hijos; y cuando quieren hacerlo, ya es demasiado tarde, pues los hijos proclaman su autonomía.

Nos demuestra la experiencia que los niños crecidos en familias disfuncionales o sin sentido de la autoridad, desarrollan una cierta apatía respecto al orden establecido, problemas de disciplina y personalidad, en general conflicto con cualquier tipo de autoridad y disciplina.

Esto debido a que no aprendieron desde su infancia a obedecer órdenes, ni a cumplir reglas.  El desprecio por la autoridad se encuentra luego, en todos las esferas sociales, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en cualquier institución y en las calles.

Debemos  reconocer que estamos estancados en un círculo vicioso: todos los vicios del desorden, la indiferencia, irresponsabilidad, inconstancia, adicciones, etcétera, nos los han trasmitido nuestros familiares de generación en generación y poco o nada se ha hecho para detenerlo.

Nos encontramos con una problemática cerrada, de la cual mucho se dice, pero pocos piensan verdaderamente en combatirla de raíz.

Este es uno de esos problemas que por comodidad o indiferencia, preferimos negarlos   o aparentar que no existen. Una solución racional es el orden. Tomar  el rol que a cada quien, por naturaleza, le corresponde en la familia.

En primer lugar debemos reconocer, como sociedad, que tenemos un problema general de crisis de autoridad en la familia y por supuesto de valores y virtudes. En segunda instancia investigar y buscar el  mejor método para cambiar esta situación; pero sobre todo, tener la verdadera intención de querer hacerlo, con la práctica de valores, de virtudes y sobre todo con y por amor a la familia.

 

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